viernes, 30 de junio de 2017

Sombra sola

(Reflexiones sobre Juan el Bautista)



El hacha está a punto de dar en la raíz
el ruido de las aguas a lo lejos no cesa
el eco de esa voz antigua aún retumba en los desiertos

y sin embargo

a ellos todavía les cautiva el brillo de su propio reflejo
el trono
el nombre
el destello del poder.

El camino ya fue dispuesto
preparado
listo
a precio de menguar y desaparecer

pero ellos en sus afanes
lo disimulan, lo desvían, lo estorban, lo dividen...
lo ocupan.

Acaso escuchan en su corazón ese viejo argumento condenado
—de ser ya hijos—.

Quizás cuando las piedras herederas
el golpe
el agua
el grito
dejen de clamar
ya no hallen a la caña que se agita con el viento

sino a su propia gigante sombra sola.



Mary De la Torre

lunes, 22 de febrero de 2016

Canto de salud



Del día en que conocí la amargura


He probado, Señor, tu ternura,
tu mirada no se alejó nunca de mí.
—Aunque así lo parecía—
no me olvidaste
cuando me doblaba de lamento todo el día.
Punzaba un vacío amargo debajo del pecho
en las mañanas
que dolía como la huella de un puntapié
en las noches.

Me encontraste
cuando se agotaron mis asideros,
cuando me vi colgar de un hilo
y, en mi derrumbe,
me retiré con mi suplicio a saborear mi quiebra.

Mi esperanza se oscureció de zozobra
y no podía ni alzar a ver.
Allí, encorvada, lloraba mi esencia por los ojos,
apretando el hueco que gemía en la boca del estómago.

Clamaba al cielo por ayuda,
porque tu mano afligía gravosa sobre mí;
pasaba un día, llegaba la noche, volvía a amanecer
y el agobio no cesaba.
Me vestía con la pena al salir,
mientras maquillaba la tristeza de mis ojos,
sabiendo que, al regreso,
me habitaría necio el mismo dolor.


Eres bueno, Señor, ¡me escuchaste!
Porque acercaste a mi auxilio tu oído
te llamaré toda mi vida.

Hoy me examino, sonrío y veo
que el agudo pesar se fue,
y aunque marcó su paso en mi cuerpo
y se albergó en el centro de mi pecho,
¡tú, Señor, levantaste mi cabeza!

Vertiste sosiego en la copa de mi ansiedad,
y calma en el grito que me consumía.
Todos los males del alma pasaron sobre mí,
y me sacudieron.
Pero tú me has puesto de pie.

Mary De la Torre

viernes, 13 de marzo de 2015

Del temor al coraje


¿Qué pasó con Pedro, el seguidor de Jesús recordado por haberlo negado tres veces en medio del peligro, para que llegue a ser ese poderoso orador que fundó la Iglesia Cristiana? 

Una lectura de Hechos 2: 14-41 revela a un Pedro lleno de valor que, con voz fuerte, desafió a la multitud de judíos para demostrarles que Jesús, al que ellos habían crucificado, era en realidad el Hijo de Dios. Y además, apoyado en las profecías, también les afirmó que Dios lo había resucitado y enaltecido hasta el puesto de máxima autoridad.

Una vez que terminó su discurso, la audiencia se conmocionó y le preguntó lo que todo orador anhelaría que le pregunten: ¿Qué debemos hacer? Pedro les respondió: arrepiéntanse y bautícense. Registra el texto que se agregaron tres mil personas ese día.

Podríamos afirmar con seguridad que Pedro no asistió a ningún curso de oratoria y, sin embargo, presentó un mensaje poderoso. Captó la atención de sus oyentes, se apoyó en argumentos sólidos, fue enfático y persuasivo y logró una respuesta contundente.
¿Qué pasó?

Pedro tenía algo que decir. Un mensaje ardía en su pecho. Estaba convencido de su verdad y esas palabras le corrían por las venas. Tanto que era capaz de, ahora sí, poner la vida por ellas.




martes, 8 de abril de 2014

"Interrogaciones" de Gabriela Mistral

Dándole vuelta a una noticia trágica me encontré con esta hermosura:

INTERROGACIONES
   ¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
hacia un ancla invisible las manos orientadas?

   ¿O Tú llegas después que los hombres se han ido,
y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?

   El rosal que los vivos riegan sobre su huesa
¿no le pinta a sus rosas unas formas de heridas?
¿no tiene acre el olor, siniestra la belleza
y las frondas menguadas de serpientes tejidas?

   Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,
por la mojada puerta de las largas heridas,
¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?

   ¿Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
¿El éter es un campo de monstruos florecido?
¿En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?
¿O lo gritan, y sigue tu corazón dormido?

   ¿No hay un rayo de sol que los alcance un día?
¿No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
¿Para ellos solamente queda tu entraña fría,
sordo tu oído fino y apretados tus ojos?

   Tal el hombre asegura, por, error o malicia;
mas yo, que te he gustado, como un vino, Señor,
mientras los otros siguen llamándote Justicia,
no te llamaré nunca otra cosa que Amor!

   Yo sé que como el hombre fue siempre zarpa dura;
la catarata, vértigo; aspereza, la sierra,
Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura
los nectarios de todos los huertos de la Tierra!



------Tomado de Gabriela Mistral 




viernes, 14 de junio de 2013

Celia

Mi hermana se encontró un poema con mi nombre y me lo regaló. Es bello, profundo, tierno y raro. Quiero ser esa bebé de nombre sonoro, o tal vez sí fui.  Sí soy.


Celia o El viaje del mundo
Fernando Valverde
A Celia, nacida hoy

No conoces la lluvia ni los árboles,
pero ya eres un bosque.

Hoy que comienza el mundo para ti,
que se pueblan tus ojos con el mar,
que todos te reciben como en una estación
donde se espera siempre,
que es principio y asombro,
mapas que no aseguran un lugar donde ir.

Hoy que el mundo comienza,
tristeza inadvertida,
eres el tiempo limpio,
el olor a madera y el silencio,
las preguntas sin sombras
y el amor sin orgullo
del que ha perdido todo.

Es esa mi certeza,
las olas, el océano,
tu risa que es un pájaro.

Has traído el murmullo de un recuerdo,
los pies pequeños, como pequeño
es el rastro de nieve que has dejado
en las horas de enero.
Cómo será la vida cuando crezca en tus manos
con la fragilidad de las buenas noticias,
como un pez que se escurre para volver al río.

Una tarde cualquiera,
con la misma sorpresa que un amor,
vas a sentir la brisa que ha tocado los árboles
con su cansancio antiguo.

Hay veces que es rugosa y escuece como un fósforo
cuando enciende un recuerdo…

Tus manos brillan,
no hay sombras ni puñales,
puedo ver los cometas
arañando la noche
como un barco que zarpa y se adentra en la niebla.

La vida es una casa donde habita un extraño,
un jardín del pasado al que no volverás,
una orilla que buscas con miedo a los fantasmas.

Pero también la vida
es una luz detrás de una ventana
cuando la oscuridad
ocupa cada hueco y cada continente.

Esta noche es oscura,
el tren busca unos brazos
que están al otro lado de las horas.

Mientras, pienso en el modo de decirte
que los sueños son parte de nosotros
como un embarcadero es un viaje.

Porque ya eres un bosque,
y hay delfines, y lagos, y montañas,
y amores imposibles
que se llamarán Celia.

Alguien dice tu nombre en el futuro
y se llena de gente una casa vacía,
todos se sientan a la mesa.

Ya lo habrás olvidado,
fue la felicidad quien sembró este dolor,
fue la felicidad igual que una tormenta
sobre un vaso vacío.

Cuando lleguen el miedo y la desesperanza,
y todas las cerezas hayan caído al barro,
y las gaviotas griten
el olvido imposible de una mujer herida
que siente que avanzar es quedarse más sola…

Si todo esto sucede
recuerda la manera en que la lluvia
se convierte en un árbol
y el modo en que las olas
son el final del agua y el principio del mar.

No conoces el mar, ni el barro, ni los árboles,
pero ya eres un bosque por el que pasa un río.


(c) Fernando Valverde y Fundación de Ferrocarriles Españoles 
Aquí la versión cantada de Juan Pinilla:




lunes, 13 de mayo de 2013

Empleada desde niña



Carmen trabajó como empleada doméstica desde los 8 años. Podría –si hubiese ido a la escuela- escribir un libro para contar todos los episodios de violencia que sufrió. Recuerda que muchas veces tuvo temor en las casas donde trabajaba y se escapó, solo para ser recibida por su madre con sendas palizas. Cuenta que muchas veces su padre la puso a dormir en la calle por no traer dinero a la casa en su tierna adolescencia. Según ella, antes Calderón no era tan peligroso como ahora y “no le pasó nada” mientras recorría el barrio en esas madrugadas espantosas.

Carmen ayudaba a mantener a sus otros hermanos quienes sí iban al colegio.

Cuando tenía 10 años un mal día saltó de un segundo piso para huir del "señor de la casa" que quería violarla. A esa edad ella no sabía que eso era un intento de violación, solo entendía que era algo horrible y malo.

Luego de escapar se sentó a llorar en la calle. Una mujer bondadosa se acercó a preguntarle el por qué de sus lágrimas y luego le convenció de que vaya a trabajar con ella. Así lo hizo hasta cuando tuvo 15 años. Esta señora fue buena con ella y quiso apoyarla para que estudie también. Lamentablemente no pudo hacerlo porque al buscar sus papeles vio que Carmen no había sido inscrita siquiera en el registro civil.

Siempre que escucho sus historias me pregunto cómo alguien con un pasado tan duro puede ser ahora lo que ella es, una madre y abuela amorosa que ha dedicado su vida a luchar por los suyos. La respuesta que ella mismo me da es que gracias a Dios aprendió a perdonar para librarse de tanto resentimiento.

Tengo dolor, rabia y admiración cada que imagino todo lo que "la Carmita" nuestra ha tenido que vivir. 

domingo, 7 de octubre de 2012

Paleta otoño

El color del café
de la almendra
de la nuez

El matiz de la tierra
seca o mojada

Se desvanece el verde
se deshace el rojo

Bronce
Canela
el viejo tinte del sol
sobre la piel

Los ocres y los pardos
los miel, naranja y chocolates
los tonos de las hojas que se van
y del tronco
y la raíz