jueves, 27 de mayo de 2010

Tremendo problema el de la "justicia indígena"

Estoy cansada de ver pasivamente en la pantalla, ahí en la intimidad de mi dormitorio, coloridos linchamientos bajo el atractivo titular de "Justicia Indígena". Individuos semidesnudos, atados de manos y colgados reciben las caricias de la ortiga y del cinturón en frente de una comunidad enardecida que los insulta. Ellos gritan, lloran, piden perdón. Otros son torturados folclorícamente de maneras alternativas. Los acuestan en ortiga, o los obligan a cargarla sobre su espalda malherida. Mientras tanto, las glamorosas cámaras de televisón los visibilizan de manera espectacular. Y últimamente, a diario.

La verdad, he tratado de encontrarle sentido a la ventana que abrió la Constitución de Montecristi a la idealizada tradición ancestral. Pero no le encuentro. Lo que más bien salta a la vista es la demagogia del gobierno actual que, en su tiempo, quiso complacer a quienes le favorecían con su voto y ahora no sabe cómo solucionar tanto vacío causado por una Asamblea Constituyente apurada y dirigida. ¡Qué papa caliente ésta! ¿Y ahora? No, claro, ahora se habla de Derechos Humanos y Leyes Penales. Pero mientras se discutía la Constitución más importaban las camisas bordadas y el nombre de la Pachamama.

También me he preguntado en qué le favorece a la población indígena ser mostrada en estos actos bandálicos continuamente. ¿No refuerza eso más bien los estereotipos que procuramos eliminar en una sociedad pluricultural? ¿No provocan esas imágenes que pensemos en términos como "salvajes", para referirnos a esos verdugos? ¿No nos muestran de manera gráfica lo "diferentes" que aparentan ser? Creo que eso va totalmente en contra del ideal de una Patria inclusiva en la que la Ley debe ser igual para todos.

Ya en el plano informal y de la "cháchara" esta mañana mientras discutíamos el tema con los compañeros de trabajo se me ocurrió que, ya que los indígenas tienen el permiso de la Constitución para hacer lo que les parece en términos de justicia, debían haber aprovechado la visita del Fiscal a La Cocha. Una ortigadita no le hubiese caído nada mal, ¿no te parece?

jueves, 8 de abril de 2010

Los cuentos de papá

Por Mary De la Torre G.
A la literatura infantil de Renán De la Torre Torres (1945 - 2005) escritor ecuatoriano


Entre sábanas y almohadas de ilusiones infantiles, disputando con mis hermanas el sitio junto a papá, crecían mis cuatro años. Sábado en la mañana, esa era nuestra fiesta. Acurrucadas en sus brazos anticipábamos visitar la mansión de Gringopico, de pisos lustrados con cera de abeja y ventanas resplandecientes con vidrios de luna y cortinas de nube. Disfrutábamos al escuchar sobre las picardías de Piquiocioso y las peripecias de sus polluelos. Imaginábamos a Piquibella tiritando en esa madrugada redimida mientras protegía del frío a sus pequeños justo antes de saber que su pajarito carpintero había aprendido la lección. Y, ¡qué maravilla!, la casita que les construyó era --¡cómo puede ser!—más linda que la que perdieron. ¡La luz de una estrella estaba atrapada en sus cristales jaspeados! ¡Retazos de niebla colgaban de cortinas y el parqué brillaba más que el sol...! –Otro, papi, otro. Y entonces soñábamos con los majestuosos colores desplegados en las alas de Maritín. La veíamos en su vuelo vanidoso de flor en flor mientras repartía desprecios a las mariposas sencillas. ¿Harían bien las flores más pomposas al negarle su alimento? Pobrecita… fue apagándose y perdiendo poco a poco lo que era. Qué triste figurarla gris y solitaria a la reina del jardín. Pero nunca sus historias se quedaban allí. El nuevo día siempre espera luego del dolor, del hallar sentido, de reencontrar el camino. Maritín aprendió, así como debíamos nosotras, a ser humilde y generosa. A pensar primero en los demás.

--¡El de los zapatitos, papi..! Qué extraño se me hace ahora en esta esquina de la vida no saber a ciencia cierta si esos zapatos de charol rojo deslumbrante que opacaban a todos los del escaparate los llegué a tener alguna vez. Eran mágicos. Su dueña los atesoraba como el bien más preciado. Pero los inquietos tenían corazón. Al ver un día a una pequeña con pies descalzos… se desabrocharon solos y, sin más, saltaron decididos tras ella. ¡Cómo! ¡Los zapatos más lindos la dejaron! Entre lágrimas y desazón, la niña desencantada fue a su armario y buscó uno por uno todos los pares que podrían consolar en algo la pobreza de quien se llevó el que más quería. Lo que no se imaginó fue que sus añorados zapatitos saltarines volverían con ella al ver su gesto dadivoso.

Luego de los juegos, las cosquillas y las risas nos dejábamos desafiar por las rimas que buscan su respuesta. Esos retozos mentales nos incitaban a escudriñar los versos para encontrar allí escondidos al conejo, a la luna, al árbol… Fue él quien dio vida a mi primera muñeca, al edredón rosado de mi hermana, a los zapatos de taco que se probaba la menor, y al momento delicioso de saborear el rompope de mi mamá.

Al llegar a los cinco, al cumplir los seis, poco a poco fui entendiendo que la magia estaba en él. Largas horas en medio de libros, lápices y mucho papel daban a luz historias fantásticas, metáforas tiernas, acertijos ingeniosos y poesía fresca, sonora y musical. ¡Quién me concediera el anhelo de volver atrás! De encontrar abrigo en su pecho y mirar la vida a través de sus cuentos. De dejarme llevar por el ideal de sus tramas, y exaltar junto con él lo que vale, lo justo, lo grande, lo noble. De sufrir en sus relatos los desencantos, y celebrar en sus desenlaces la esperanza.

lunes, 22 de marzo de 2010

La metáfora de "El secreto de sus ojos"

Antes de que ya se me vaya la idea quiero compartirla con quienes vieron "El secreto de sus ojos", galardonada con el  Oscar 2010 a la mejor película de habla no inglesa. La viste?  Si no lo hiciste todavía te la recomiendo muchísimo. Y si eres como yo que no le gusta que le anticipen detalles ni finales de una película que quiere ver, mejor mírala primero y regresa antes de seguir leyendo.

Hay muchos elementos que me hicieron disfrutar al máximo esta producción, como el tema del protagonista que anhela escribir una novela, las frases referentes a la pasión que nos mueve a todos por un determinado "algo" en contraste con el hecho de vivir una vida vacía, una vida llena de nada. Las montañas de papeles en esa sala judicial, y la imagen tan real de la mal llamada justicia. La ambientación perfecta de los años setentas, el humor, el suspenso, la máquina de escribir que no imprime la letra A, y  el TE  MO... El amigo. El sacrificio. Las pistas que dejó el criminal en sus cartas y la magistral escena del fútbol en el partido del Racing. Por mencionar algunas.

Pero la imagen más cierta que me quedó al terminar de ver la película fue la metáfora que se instaló en mi mente. Podemos solidarizarnos totalmente con el esposo de la víctima durante todo el filme y sentir compasión por él. Después de todo, perdió al amor de su vida de una forma muy violenta. Su existencia dejó de tener sentido y se detuvo. Se congeló. Y sin embargo, no lo sabemos sino hasta el final que en realidad la pasión que le fue robada se transformó en otra. No descansó hasta ver cautivo al asesino. Al contemplar impotente que la "justicia" no lo haría, él mismo lo capturó para sí, lo encerró y se encargó de tenerlo tras las rejas de su propia casa durante veinticinco años.

Qué escena tan devastadora! En una casa apartada de la vista del mundo allí está, allí sigue aquel hombre alimentando tres veces al día a su prisionero. La vida perdió todo color, toda ventana o puerta a otra oportunidad, toda historia nueva para contarse. Se detuvo en ese crimen. Alguna satisfacción, algún placer que contar? Tanto así no, solo el hecho de saber que el malo está pagando su condena. La desgracia para este personaje es que también la está pagando junto con él.

Metáfora por qué? Me puse a pensar que ese es el cuadro que más nos refleja cuando decidimos no perdonar. Perdonar?? Es así como cuando alguna persona nos arrebata en un momento la sonrisa, nos roba, nos ofende, nos hiere, nos trauma y nosotros no queremos salir del choque, y congelamos ahí mismo la existencia... Y vamos más allá, atamos a nuestro ofensor y lo cargamos a cuestas... Sin pensarlo, hemos terminado con nuestra esperanza.

Desde ese punto de vista, el perdón no es solo un acto de misericordia que lo damos por gracia a quien no se lo merece. Es un favor que nos hacemos a nosotros mismos. El perdón deja ir libre al que me hizo daño, pero también me hace libre a mí.

No te quedó esta imagen grabada también?

sábado, 20 de marzo de 2010

Casados con internet?

Parece que la fascinación por las nuevas tecnologías puede traer algunos problemas 2.0 entre las parejas. Si uno de los dos, o los dos se enganchan con el mundo de la pantalla personal y todas sus posibilidades virtuales, la conección entre ellos en el mundo real puede verse debilitada.

Algo así nos dice esta entrevista con Diego Utreras para BBC Mundo.  Será muy común?

jueves, 18 de marzo de 2010

EERRética

Algún tiempo atrás un grupo de amigos solíamos reunirnos disciplinadamente con la motivación de escribir. Por las ganas de aprender mientras practicamos nos denominamos Escribidores (pues "escritores" resulta petulante), y por la tozudez de nuestro empeño nos calificamos como Recalcitrantes. Nos divertimos mucho mientras ensayamos textos y temas, y a la vez nos criticamos fuertemente el uno al otro.

Fruto de esas convocatorias publicamos tres números de la Revista EERRética(el nombre tiene que ver con la ética de nosotros, los escribidores recalcitrantes). En el enlace pueden ver la revista número 2. Los textos míos publicados allí son: Sombra Sola, Desadormecer y Escombros. Este último es mi favorito.

La número 4 está en gestación...


Digitalizada

Me parece estar escuchando a mi padre decir "el futuro ya llegó". Se me hace que los últimos quince años han pasado por un winzip. Para saberme ahora medianamente alfabetizada tengo que saber googlear, tener perfiles virtuales y abrir millón cuentas en internet. Ahora parecería que si no estás en el face, no existes. Es raro sentirte un poco atrás cuando te cuesta aprender a twittear. Regreso a ver y la gente de mi generación está in o out en esto. No hay punto medio. Los que están in tienen un rostro más joven, no sé por qué, o será mi impresión. Los que están out se los ve un poquito cansados... Esbozan toda clase de argumentos complejos para no "perder el tiempo" de esa manera. Y mientras los dicen, la arruguita del entreseño se les hace ya visible.

En cuanto a mí la fuerza me tira enérgicamente. Allá voy... no me dejen!!